Fortín de San Bartolomé

Dirección: c/ Arrieta y c/ Aralar.

El Fortín de San Bartolomé forma parte de un ambicioso proyecto de fortificación diseñado en 1726 por el ingeniero Verboom. Este plan, que buscaba reforzar los puntos más vulnerables de Pamplona, fue ejecutado parcialmente a lo largo del siglo XVIII y representa la última gran obra realizada en las defensas de la ciudad.

Por entonces, bajo la influencia del ingeniero francés Vauban, Pamplona había alcanzado un sistema defensivo considerado ejemplar. Sin embargo, los avances en las armas de asedio habían superado aquellas soluciones, exigiendo nuevas estrategias y construcciones. El Fortín de San Bartolomé fue concebido para adaptarse a estas necesidades, proporcionando una defensa avanzada frente a posibles ataques.

El fortín cumplía un doble objetivo: dificultar el avance de posibles asediadores y proteger a las tropas y recursos durante los bombardeos. Sus casernas abovedadas, construidas para resistir el impacto de la artillería, ofrecían un espacio seguro para las tropas y el almacenamiento de suministros. Además, su posición estratégica permitía colaborar con el cercano Baluarte de Labrit en la defensa del molino de Caparroso, un recurso vital para la ciudad.

Hoy, en lugar de servir como refugio militar, el Fortín de San Bartolomé se dedica a preservar y difundir la historia de las fortificaciones de Pamplona. Sus espacios, impregnados de siglos de historia, nos invitan a reflexionar sobre el ingenio militar de una época en constante cambio y a apreciar el legado cultural y arquitectónico que representa.

El Fortín de San Bartolomé, rodeado por los jardines que llevan su nombre, es un lugar ideal para descubrir el pasado militar de Pamplona mientras se disfruta de un entorno tranquilo y natural. Este enclave es una parada imprescindible para quienes desean explorar las murallas y comprender el papel crucial de las defensas avanzadas en la historia de la ciudad.