Palacio Real y Archivo General de Navarra

Dirección: Calle Dos de Mayo, 2, Pamplona – Iruña.

El Palacio Real de Navarra, hoy sede del Archivo General de Navarra, es un imponente edificio cargado de historia. Construido en el siglo XII como residencia de la realeza navarra, este palacio ha sido testigo de importantes episodios históricos y ha desempeñado diferentes funciones a lo largo del tiempo.

Tras la invasión en 1512 se convirtió en residencia del virrey hasta que con la Ley Paccionada de 1841 pasó a ser sede del Gobierno Militar, también llamado Capitanía General, hasta 1971. En 1979 el ejército cedió la propiedad al Ayuntamiento de Pamplona y al Gobierno de Navarra.

El edificio combina elementos arquitectónicos de estilo románico, gótico y renacentista, fruto de las reformas realizadas a lo largo de los siglos. Destacan sus imponentes torres y su planta en forma de L, que evocan su pasado como residencia del rey.

Actualmente, el Palacio Real alberga el Archivo General de Navarra, donde se conservan valiosos documentos históricos que permiten conocer en profundidad la historia del antiguo Reino de Navarra. Su visita es una oportunidad única para adentrarse en la historia, admirar su arquitectura y disfrutar de un entorno cargado de simbolismo.

El pozo de nieve

En la parte trasera del palacio se encuentra uno de los pozos de nieve históricos de la ciudad, un cilindro de 7 metros de profundidad que servía como nevero natural. La nieve se almacenaba en capas alternas con paja, utilizando un ingenioso sistema que aseguraba su conservación durante meses, e inspiró expresiones populares como “limpio de polvo y paja”.

El encargado de este proceso era el “nevero”, quien recogía, transportaba, bajaba y prensaba la nieve en el pozo para luego distribuir el hielo según las necesidades de la población. Este preciado recurso se utilizaba para conservar alimentos, elaborar refrescos y en tratamientos medicinales.

El pozo de nieve también responde a las necesidades estratégicas de la ciudad en su época amurallada. En caso de asedio prolongado, era crucial contar con recursos como pozos de agua y nieve para garantizar la supervivencia de la población.